
DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
(II PASCUA)
(27 de Abril de 2025)
Semana de preparación: Lunes 21 de Abril al Sábado 26 de Abril de 2025

AMBIENTACIÓN E INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
a. Saludo y acogida…
b. Signo: Sobre una mesa colocar un atril con la Palabra de Dios, un crucifijo, un cirio encendido, imagen de la Divina misericordia e Imagen de María Madre de la misericordia.
c. Canto inicial…
d. Oración de invocación del Espíritu Santo...
e. Testimonio de vida…
1. LECTURA. ¿Qué dicen los textos?
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16
Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.
Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados.
Palabra de Dios
Salmo responsorial 117, 2-4. 22-24. 25-27ª
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
los bendecimos desde la casa del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina. R.
Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Yo, Juan, su hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía: «Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias».
Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro.
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome: «No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto».
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a ustedes».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a ustedes».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Palabra del Señor
2. MEDITACIÓN: ¿Qué me (nos) dicen los textos?
El año Mariano que estamos celebrando en nuestra amada diócesis de Garagoa, nos remite de inmediato al escenario pascual del segundo Domingo llamado también, Domingo de la Divina Misericordia.
La primera lectura, nos remite a los apóstoles quienes testifican a Jesús resucitado y su proyecto liberador para el mundo; los gestos realizados sirven para testimoniar la resurrección, de esa vida nueva que en Cristo comenzó y que, a través de sus seguidores debe llegar a todos los hombres.
La segunda lectura nos anuncia al “Hijo del Hombre, resucitado, que camina en medio de su Iglesia y que, con él, ningún mal les sucederá pues él es el que preside la historia. Es un mensaje de esperanza que permite enfrentarse al miedo y a la persecución.
El mensaje impacto de la Divina misericordia en el Evangelio, nos pone la referencia de un tiempo nuevo después de la Resurrección. Jesús, vivo y resucitado, en medio de los suyos camina por la historia y desde ahí muestra a los cristianos de todas las épocas que continúa vivo y presente, acompañando a su Iglesia.
Gracias Padre, por el Espíritu de resurrección, que Jesús insufló en sus Apóstoles y que también nos ha dado en los sacramentos para que tengamos vida abundante.
Fortalece nuestra fe en Jesús, y que la Madre de la Esperanza nos haga dóciles en la fe ante Jesús, vivo y Resucitado. Amén.
3. CONTEMPLACIÓN: ¿Qué se me permite sentir, según los textos?. Entra en el sagrario de tu conciencia, que está allí en tu corazón y ten un encuentro íntimo con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
4. ORACIÓN: ¿Qué me (nos) hace decir el texto?
Señor Jesús, que en tu resurrección nos has traído la paz y la esperanza, te alabamos por tu amor y tu poder. Así como te apareciste a tus discípulos, te pedimos que te manifiestes en nuestras vidas, llenándonos de alegría y fortaleza. Ayúdanos a superar nuestras dudas y miedos, y a creer en tu presencia constante entre nosotros. Concede a cada uno de nosotros la fe firme que no necesita ver para creer, y que, al confiar en ti, experimentemos la vida plena que ofreces. Que tu paz, que sobrepasa todo entendimiento, guíe nuestros corazones y nos inspire a vivir en tu amor y verdad. Amén.
5. ACCIÓN: ¿A qué me (nos) compromete el texto?
PARA CONCLUIR…
