
DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO
(26 de Octubre de 2025)
Semana de preparación: Lunes 20 al Sábado 25 de 2025

AMBIENTACIÓN E INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
a. Saludo y acogida…
b. Signo: Sobre una mesa colocar un atril con la Palabra de Dios, un crucifijo, un cirio encendido, espejo, letrero grande grande que diga: HUMILDAD VS SOBERBIA y dos hombres en oración.
c. Canto inicial…
d. Oración de invocación del Espíritu Santo...
e. Testimonio de vida…
1. LECTURA: ¿Qué dicen los textos?
Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12-14. 16-18
El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento. Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes.
La oración del humilde atraviesa las nubes, y no se detiene hasta que alcanza su destino. No desiste hasta que el Altísimo lo atiende, juzga a los justos y les hace justicia.
Palabra Dios
Salmo responsorial 33, 2-3. 17-18. 19 y 23
R. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias; R.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16-18
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones.
Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador". Les digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor
2. MEDITACIÓN: ¿Qué me (nos) dicen los textos?
En esta parábola, Jesús contrasta dos actitudes diferentes hacia Dios: la del fariseo, que se enorgullece de su propia justicia, y la del publicano, que reconoce su pecado y busca la misericordia de Dios. Esta historia nos desafía a examinar nuestra propia actitud hacia la oración y el arrepentimiento.
El fariseo en la parábola está lleno de orgullo y compara su vida con la de los demás para sentirse superior. Este orgullo puede llevarnos a una falsa sensación de seguridad y alejarnos de la verdadera humildad y arrepentimiento que Dios busca en nosotros.
El publicano, al contrario del fariseo, se presenta con humildad y arrepentimiento. Su oración es sencilla y sincera, pidiendo la misericordia de Dios. Jesús dice que él fue justificado, mostrando que la verdadera justificación viene de un corazón contrito y humilde, no de nuestras propias obras.
La parábola concluye con la enseñanza de que el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Esto subraya el principio de que la verdadera justicia delante de Dios no proviene del orgullo o la autosuficiencia, sino de la humildad y la disposición para recibir su gracia.
Es momento de reflexionar sobre tu propia vida. ¿Tiendes a confiar en tus propias obras y logros para tu justificación delante de Dios, o reconoces tu necesidad de su gracia y perdón?
3. CONTEMPLACIÓN: ¿Qué se me (nos) permite ver, del Padre por medio de Jesús en el Espíritu Santo y la realidad, a partir de los textos?
4. ORACIÓN: ¿Qué me (nos) hacen decir los textos?
Amado Jesús, ayúdame a vivir una vida de humildad y arrepentimiento, buscando tu paz y viviendo en la realidad de tu gracia. Que mi vida refleje un corazón dispuesto a ser enaltecido a través de la humildad y la fe en ti. Amén.
5. ACCIÓN: ¿A qué me (nos) compromete el texto?
PARA CONCLUIR…


